jueves, 24 de abril de 2014
Efímero.
¿Qué era esto? Poco a poco se fue deteriorando y ha dejado paso a un vacío que a veces me llena. No tengo nada claro realmente. No sé si te quiero o solo echo de menos la sensación de sentirme completo, sano y salvo.
Intenté reemplazar tus besos pero solo acabé dándome cuenta de que los otros besos me sabían a eco y vacío, y el único vacío que realmente me gustaba era el de mi cama cuando tú lo llenabas, ya que dejaba de estar vacío.
Si algún día te cansas del abismo de tu alma y quieres destrozar adentros creando daños y más daños, siempre podrás contar conmigo, hasta el día en el que asimile que el amor no está hecho de vacíos ni de rotos, que más que vacíar al otro, consiste en complementarlo, asumiendo la imperfección de su ser y admirándola, porque el amor es imperfecto, locura, falta de cordura y un camino hacia el abismo que acabará en desenlace trágico.
Así que si algún día vuelves y no estoy, habrá una nota en la nevera diciéndote que me he ido, que no me vas a volver a ver, y que me encantó bailar contigo aunque mis pies te odiasen.
sábado, 19 de abril de 2014
Desconocidos.
Sin duda, hay dos clases de desconocidos.
Por un lado, están aquellos con los que te encuentras por un conjunto de casualidades o también aquellos entre los que te pierdes en el centro. Esos que van cogidos de la mano y parecen felices, la de los ojos tristes y sus razones desconocidas, el que sonríe a todo el mundo, esos amores a primera vista a los que ya no vuelves a ver.
Todos estos son esa clase de desconocidos a los que probablemente no volverás a ver, y, por lo tanto, no juegan un papel importante en tu vida.
Luego está la otra clase de desconocidos. Esos desconocidos con los que tienes recuerdos en común. Bien, estos son los más dolorosos. Esos ahora desconocidos a los que dedicaste la que era tu canción favorita y ahora es esa canción que no puedes ni escuchar por su gran carga emocional, esa asquerosa canción. Los que un día te desordenaron la vida y te arrugaron la cama y la ropa. Aquellos con los que juraste que iba a ser para siempre y acabasteis más rotos que vuestra relación. Esa clase de desconocidos que prometió arreglar tu vida y la dejó aún más en ruinas. Los ahora desconocidos a los que sonreíste como nadie y quisiste con rabia y ganas, aunque ahora sea con orgullo. Esos que desnudaron y besaron tu espalda y que, al final, solo dejaron huella y cicatrices en el lado izquierdo de tu pecho.
Estos desconocidos son los más confusos y dolorosos. Un día por casualidad o por mala suerte, te los encuentras por la calle y no sabes si saludar, sonreír, salir corriendo, llorar, o decirles que aún te acuerdas de su madre, y no precisamente en el buen sentido.
Pero al verlos ya nada puedes hacer, en tu mente suena de fondo esa canción tan asquerosa y comienzan a aparecer todos los recuerdos. En ese momento te das cuenta de que llevas meses mintiéndote a ti mismo, que no has olvidado del todo, y que tu corazón está poseído por una clase de bipolaridad que se debate entre el amor y el odio.
Así que, si algún día me ves, espero que entiendas el porqué de no mirarte ni saludarte, que te has convertido en un desconocido doloroso, y por quererte no quiero ni quererte con odio, amor mío, ni por desconocido quiero tenerte, ya que si existe el más mínimo sentimiento, aunque sea negativo, es que aún estás presente.
¿Y tú? ¿Qué clase de desconocido quieres ser?
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